Es poco probable que alguien pueda describir un libro mejor que su autor. Sobre todo si se trata de un libro como éste, cuyos fragmentos están publicados aquí. Tienen ante ustedes un libro especial, una confesión, un desnudo espiritual, y, al mismo tiempo, una manera de existir en condiciones en las que no existe la posibilidad de hablar en voz alta, en las que un lento e inminente pasar del tiempo condena la verdad al silencio...
Llegado a tal estancamiento, al punto en el que los sentimientos e ideas se encuentran al límite, pero, al mismo tiempo, se quedan parados dentro del irremediable vacío de las paredes de piedra, un ser humano debe sobrevivir. Y no precisamente en sentido físico; el cuerpo no es más que una envoltura, un mecanismo que sólo necesita de las cosas más simples y ordinarias para mantener los procesos biológicos. El que tiene que sobrevivir es el alma, la propia esencia del ser humano. En un abrir y cerrar de ojos, tras perderlo todo por voluntad de la fatalidad (o de una "mano negra"), encarcelado en una prisión española a la espera de un juicio que no se ha celebrado y que aun no se sabe cuando se celebrará, el autor de este libro o, más bien, de este diario, hasta hoy en día vive gracias a estas líneas y existe de verdad sólo en las páginas de sus obras, salvo los escasos momentos de las citas con sus familiares que ocurren según el riguroso horario.
En un momento determinado todos los bienes materiales que cada día nos seducen con su infinito surtido, se convierten en reflejos de vanidad. Para un ser humano la soledad es una prueba, una prueba de poder convivir consigo mismo. Son solamente las fuerzas del espíritu y el apoyo de los familiares lo único que puede ayudarle a evitar el abatimiento y la tristeza, no darse por vencido y mantener la esperanza.
Las páginas de este diario cuentan una historia real de la vida en la prisión; es una novela policíaca basada en hechos reales e inacabada, que contradice las reglas del género, porque, por lo visto, el sistema judicial español no admite reglas ni leyes. He aquí la verdad sobre el autor y su vida.
Aquí y ahora, la verdad encuentra su voz; óiganla y juzguen ustedes mismos.